sábado, 20 de junio de 2015

Una España de parches… sobre parches

José y María salen del notario, han firmado la compra de una vivienda, ellos piensan que ahora son dueños de un inmueble, quizá la emoción del momento ha impedido entender qué hacía un representante del banco en el notario. Ellos serán los dueños dentro de 30 años si se portan bien, o sea, si cumplen el contrato que acaban de firmar. El banco no es malo, la pareja aspira a ser propietaria y el banco les facilita algo que quizá no conseguirían ahorrando 20 años.

José y María se encapricharon de un piso en un barrio cercano, de hecho cercano al lugar donde ambos crecieron y donde viven sus familias. Si un día llegan los hijos tendrán a los yayos a poca distancia. El precio parece muy elevado, seguro que en ladrillos, clavos y materiales no hay ni un 5% del precio pactado, ni siquiera sumando las zonas comunes.

Hay algo que José y María no han elegido. Ambos estuvieron de acuerdo en visitar el banco donde cada uno tiene su cuenta, y sintieron más confianza en el banco de ella. Cuando iniciaron los trámites, el banco envió a su propio tasador a validar el precio del inmueble, esto es lo único que José y María no eligieron, pero sí pagaron. También pagaron el estudio de viabilidad en el banco.

Dos años después, la casa luce bastante cercana a como se la imaginó María, esta vez José imaginó poco, pero cualquier cosa que María dijera siempre le ha parecido perfecto. Sin embargo algunas circunstancias han cambiado, y aunque todavía hay amor, ambos han incumplido el contrato que firmaron con el banco, en presencia de un notario público.

José y María han recibido un ultimátum, y la verdad es que tendrán que abandonar.

Hay una historia en la que José y María además hicieron reformas, que quizá solo les gusten a ellos, pero que financiaron en la misma hipoteca. Hay una historia en la que incluso compraron un coche y pagaron un viaje a China con el mismo dinero. Hay una versión de la historia que puedes contar en las noches de terror, donde además José coge todo el valor posible y decide independizarse, renuncia a su trabajo para empezar un negocio, pide más dinero al banco para financiar el negocio y los meses que necesita vivir mientras hace las primeras ventas, sus amigos le dicen que es demasiado, lo mismo que le dice el banco, así que también usa de garantía la vivienda de sus padres (quienes por cierto han terminado de pagar hace apenas 3 años).
Pero vamos a seguir con la historia simple.

José y María tienen la sensación de estar perdiendo su casa, pero en realidad no han pagado ni siquiera un 1%. Quizá están perdiendo ese importe pagado, pero no caen en cuenta de que en algún sitio tenían que vivir, quizá la hipoteca es un poco más cara que un alquiler, así que eso es todo lo que pierden, pero claro pierden. No siempre se gana.


Aquí no acaba. Los contratos en España no se hacen por el inmueble, sino entre el banco y el comprador, y se utiliza la propiedad como garantía. Ahora la propiedad se venderá y normalmente se venderá por un importe menor al que adeudan, por lo cual, José y María continuarán con una deuda después de haber traspasado la casa. Habría resultado mucho mejor alquilar, pero nadie puede predecir el futuro.

Sin embargo, José y María tienen otra circunstancia. Viven en España. El país se está llenando de reglamentos y parches en los que no es fácil predecir el final. Pero no me refiero a predecir el final de José y María, sino el final de toda la comunidad.

Si triunfa el populismo de la alcaldesa de Barcelona, los afectados serán Pedro y Marta, ellos viven justos hace 5 años y están pensando en comprar una vivienda y tener hijos. ¿Si tuvieras un banco les darías crédito?

Si continua el paso de la alcaldesa de Madrid, el afectado será el prestamista que dejó el dinero a la mujer, podría declararse en quiebra y ahora ser él uno de los que entran en problemas económicos, debidos a la falta de protección jurídica del acuerdo de préstamo que hizo. También perjudicará a cualquier otra persona que tenga que recurrir a este último recurso cuando se está asfixiado, los prestamistas.

Pero uno de los peores escenarios se va a dar en Andalucía. La presidenta de la Comunidad Autónoma prepara un presupuesto (que no tiene, sino que adeuda) para que la Comunidad entre en el negocio de las inmobiliarias. Comprará las casa de quienes van a sufrir un desahucio, y posteriormente les alquilará a precios subvencionados. Significa que comprará caro, pagará mantenimientos, entrará en un negocio que no conoce, e ingresará muy poco. Aquí los perjudicados somos todos. Los que sí pagan por su trato desigual, los servicios que se tendrán que recortar para mal-cubrir esta locura, y las Comunidades que financiarán a Andalucía. Alguien podría morir por esto, si no hay un medicamento o suficiente asistencia en un hospital por haber desviado fondos al negocio inmobiliario. En caso de que leas de fuera de España, Andalucía es una Comunidad que ya hoy vive por encima de sus posibilidades.


España es un país de parches… sobre parches.

No buscamos la causa raíz, ni ayudamos a los ciudadanos donde tendríamos que ayudarles. A José y María les impusieron un tasador que dijo que se podía pagar esa exagerada cantidad por unos cuantos ladrillos, y no fue un favor, pagaron por este servicio. Al banco le pareció fenomenal la tasación porque es mejor una sola transacción de medio millón de euros que cinco de cien mil. Y aun cuando el mejor amigo de José le llevó a un bar, le invitó a una cerveza, y le dijo que era una mala idea lo que hacía, el equipo de evaluación de riesgos del banco opinó lo contrario. Pero las dos entidades que cobraron por sus servicios son las que no tomarán responsabilidad, las únicas que no.

Hacia pasado terminaríamos peor, pero a futuro un tasador tendrá que poner el precio real, como cuando vas a vender tu casa y te dice el precio de mercado. El banco con todos sus profesionales, debería comprometerse a unas cantidades razonables, y un reglamento en condiciones debería permitir que José y María se vayan a alquilar una vivienda después de entregar las llaves al banco, y que elaboren un nuevo proyecto y puedan empezar.

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